Más errores (y de los gordos) al tratar a pacientes extranjeros (II)

¡Buenos días otoñales! Al escribir hoy esta segunda parte de la entrada que publiqué hace dos semanas, "Errores (y de los gordos) al tratar a pacientes extranjeros", me he dado cuenta de que se ha escapado el verano tan sigilosamente que apenas he tenido tiempo de reacción (para superar su pérdida). Pero bueno, resignándome al frío próximamente, me gustaría terminar de compartir con vosotros las conclusiones que extraje de una investigación que realicé sobre los factores que influyen en la comunicación entre el personal sanitario y los extranjeros, y las que también he ido extrayendo de mi propia experiencia en este ámbito.

Así pues, voy a seguir con la enumeración de patrones equivocados —por parte del personal sanitario que he podido detectar en el trato de pacientes con escaso dominio del castellano

  • Utilizar a los hijos de los pacientes como intérpretes/traductores (sin importar la edad de estos, el tema de la visita al médico o su propia capacidad para ejercer como tales): este gesto es tan común que se ha impuesto, tristemente, como alternativa "comodín" para facilitar la comunicación entre el personal sanitario y los pacientes. Esta práctica es totalmente desaconsejable/erradicable por diferentes razones, algunas de ellas muy evidentes: la falta de imparcialidad del hijo; el impacto emocional que pueda tener para él la interpretación/traducción de determinadas circunstancias (imaginaos la emisión de un diagnóstico de enfermedad grave); la responsabilidad con la que se le carga; la carencia de un vocabulario técnico o de unas técnicas de interpretación/traducción que le lleven a omitir, añadir información o cometer contrasentidos; el atentado  que esto supone contra el derecho a la intimidad/confidencialidad del paciente (imaginaos que acude al ginecólogo/urólogo), y en definitiva, la escasa profesionalidad que esto supone.

Todas estas razones son igualmente aplicables al uso de familiares o amigos del paciente como intérpretes/traductores, otra práctica también extendida en este ámbito como facilitadora de la comunicación. De hecho, yo misma he podido ver que es el propio personal sanitario el que aconseja a sus pacientes venir acompañados por familiares o amigos que hablen y comprendan el castellano, sin medir las consecuencias de esto. Sin duda alguna, es una pena que en el consejo no hagan referencia ninguna a los profesionales que realmente nos dedicamos a eso: los intérpretes "de verdad" (¡si hasta prestamos nuestros servicios por teléfono!)

  • Ir en busca de algún colega sanitario, de algún otro paciente o de cualquiera que ande casualmente por allí y pueda (aparentemente) solucionar el problema comunicativo: cuando no hay hijos, ni familiares, ni amigos, muchos sanitarios acuden a este comportamiento igualmente equivocado. Yo, llegado este punto, no puedo evitar preguntarme si realmente todo vale para entenderse... A mí la verdad es que no me gustaría que acudiera al médico por cualquier motivo y me presentaran a un desconocido cualquiera que dice saber mi idioma para "ayudarme". ¿Seguro que conoce mi idioma (dialecto, acento, cultura, etc.)? ¿Seguro que puede ayudarme?

Volvemos a lo comentado anteriormente: la falta de profesionalidad del "intérprete", el atentado contra la intimidad/confidencialidad del paciente, etc. No se reflexiona sobre las consecuencias de estos actos, lo cual prueba que la valoración y el conocimiento hacia la figura del traductor/intérprete sigue siendo escasa. 

  • Enfadarse, directamente, porque el extranjero no habla castellano y considerar que es su obligación hacerlo (y, por tanto, la comunicación no es cosa del personal sanitario): esta conducta me sorprendió especialmente al evaluar los resultados de las encuestas puesto que es más común de lo que debería. Varios médicos, administrativos, auxiliares, etc. comentaban que la solución a los problemas de comunicación con pacientes extranjeros era que ellos aprendieran castellano.

Estas personas que piensan así ni siquiera reparan en el hecho de que quizá atienden a turistas extranjeros o personas que están en España de manera temporal o que, simplemente, no dominan el castellano lo suficiente como para comunicarse en un ámbito tan especializado como el médico-sanitario.



Estos errores y los mencionados en la entrada anterior prueban, tal y como dije hace dos semanas, que todavía hay mucho por hacer. En este sentido, considero que la formación es absolutamente esencial. Por ello, opino que deberían promoverse cursos dirigidos específicamente al personal sanitario para "enseñarles" a tratar correctamente a pacientes de otros países y culturas antes de que las consecuencias de este tipo de errores que cometen sean...

Con esta propuesta, cierro esta entrada y me despido hasta el jueves, que tengo algo que contaros por aquí.

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